A partir de la Ilustración la ciencia y la fe otorgan caminos comunes para alcanzar conocimientos se han visto divorciadas y constituidas como realidad divergentes que se ponen cada vez más. El positivismo, sobretodo a partir de la filosofía de Augusto Comte, ha buscado métodos propios que antes eran prerrogativas de la propia creencia religiosa, erigiéndose de hecho, como modo de acceso a la realidad, más aún, como el único modo posible.

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