La Felicidad
- 22/07/2025
- Para Que Te Enteres
- Ing. Luis Daniel Santos Ruíz
¿Qué es la felicidad?, creo que cada persona en un momento dado nos hemos hecho esta pregunta o alguien más nos la ha hecho, pero también creo que cada uno tiene una idea muy propia de lo que es la felicidad y la definirá con sus propias palabras y serán muy válidas, aunque otros quizá no estén de acuerdo, aunque eso no importa.
Por eso no se inquieten, yo no soy nadie para venir a decirles ahora que es la felicidad, hoy, solo les contaré una historia verídica de algo que me sucedió y me ayudó a entender o quizá modificar mi concepto de felicidad.
HISTORIA
Un día como tantos, salí de mi trabajo, a eso de las 19:00 H. Era uno de esos días donde la parcialidad de día con luz es mayor a la parte oscura del día. Por lo que todo el ambiente se veía con demasiada claridad, Subí a mi automóvil para dirigirme a casa. Aunque realmente no viajaba solo, pues en mi viaje me acompañaba un compañero de la oficina que vive muy cerca de mi domicilio y frecuentemente suelo darle 'aventón'.
En nuestro viaje, platicábamos de muchas tonterías, contábamos chistes, chismes de otros compañeros, Ja, Ja, Ja, Ja -no es cierto- y medio escuchábamos la música de la radio, más bien la oíamos como un ruido de fondo porque no le poníamos mucha atención.
La velocidad con la que nos movíamos era lenta, muy lenta, pues el tránsito vehicular era muy pesado, era la hora pico.
¡Hace mucho calor! -le dije a mi compañero- me afloje la corbata y baje completamente mi ventanilla (a mi lado izquierdo), al hacerlo, de inmediato escuche un ruido que venía desde el exterior un poco fuerte, a mi costado por el espejo retrovisor lateral vi que venía un señor con un par de tambos encima de un carrito con ruedas de valeros que él empujaba. Por el aspecto del señor pensé, ha de ser un basurero o quizá acarreé agua para cisternas, no lo sé.
El Sr. del carrito caminaba y avanzaba increíblemente a mayor velocidad que la nuestra por lo que nos rebasaba y se nos adelantaba metros adelante, cuando por fin nos movíamos lo alcanzábamos y él sin cambiar su ritmo nuevamente nos 'ganaba' y le ganábamos.
Pero hubo un momento en que lo dejamos atrás y por lo que quieran el tránsito nos detuvo a media calle y ya no nos movimos más, quedamos varados frente a una vecindad lúgubre y oscura. Minutos después, de repente, otra vez escuché el rodar ruidoso del mismo carrito que en ese momento circulaba por la banqueta (a mi izquierda).Mi compañero y yo sonreímos pensando, otra vez nos va a rebasar este basurero.
Entonces, de la vecindad salieron corriendo 2 niños muy pequeños peinados al estilo ‘príncipe valiente’ gritando a todo pulmón; ¡abuelo!, ¡abuelo! que bueno que ya llegaste. Detrás de los niños apareció una señora fornida sonriendo -yo supongo que era la mamá de los niños e hija del Sr. de los tambos-.
Los niños le gritaban al Sr.
- abuelo, abuelo súbenos a tu carrito.
- ¡Carrito!, ¿cuál carrito!? este no es ningún carrito, es una nave espacial camuflajeada, en donde sólo pueden subir los astronautas valientes.
- ¡Yo!, y ¡yo! abuelo, nosotros somos muy valientes.
- Ah! Pues siendo así, pueden subir a la nave. (ayudados por el abuelo subieron) Ahora agárrense fuerte porque la nave está a punto de arrancar. -Y el carrito, perdón la nave se movía a toda velocidad de un extremo al otro de la banqueta. “La tripulación” no dejaba de reír a fuertes y espontáneas carcajadas-.
En eso el comandante (el abuelo) gritó; Niños, agárrense muy bien, aprieten sus manos muy fuerte porque caeremos a los cráteres lunares y la nave se sacudirá por turbulencias terriblemente.
-Se introdujeron en la oscura vecindad, por el sonido del golpeteo de los tambos, me di cuenta de que bajaban por unos escalones de la entrada de la vecindad. La última en entrar fue la señora, quien reía casi como los niños. Después de unos momentos ya no pudimos ver ni escuchar nada. 'La nave había desaparecido' como en un hoyo negro del espacio.
- Seguí observando la vecindad hasta que el desesperado sonido del claxon del carro de atrás me volvió a la realidad. Volteé a ver a mi amigo y sin decirle nada, arranque el auto y continúe mi ruta sin hablar por unos minutos, pero pude percibir que a mi amigo y a mí se nos hizo un nudo en la garganta. Me anime y le pregunte:
- ¿Crees que ellos son felices?
- Pues si no lo son, tienen mucha actitud positiva para serlo. Lo que sí se, es que el día de mañana esos niños recordarán ese gran momento con su abuelo.
FIN DE LA HISTORIA.
Y tú ¿qué crees?
Aquí solo se necesitó un carrito, 2 tambos y mucha actitud positiva e imaginación para vivir felices, aunque sea solo un rato. No se necesita más.
Y a ti ¿qué te hace feliz?
¿Tienes la actitud?
Las respuestas no son para mí, son para ti piénsalo la mayoría de las cosas que nos confortan y dejan huella son gratis.
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