La novela simbólica de la necrópolis que ha sido Colombia durante toda su historia. Aunque el personaje que da la novela es La Violencia de los años cincuenta, su protagonista personal tiene una fuerza descriptiva tal, que lo convierten en uno de los personajes obligados de la literatura y la cinematografía latinoamericanas. La conclusión dolorosa de la lectura de esta obra superior es que, encerrada entre los dos mares, la Patria es un paisaje oscuro de cruces por donde se mire. La tumba del Escritor, en el Museo Cementerio San Pedro, de Medellín, llevara de epitafio el título de su novela famosa: «Cóndores no entierran todos los días», para no olvidar jamás esa tragedia colectiva. Esto aso en Colombia, y de otros modos, a pesar de los acuerdos de paz, sigue ocurriendo. Recomendado del librero. Cóndores no entierran todos los días. Por Gustavo Álvarez Gardeazábal. Esta novela ocupa un lugar destacado en la narrativa que sobre la violencia en colombia, se ha producido a lo largo de más de un siglo de guerras, odios, retaliaciones, venganzas, masacres y muertes. Pero no es sólo el testimonio magistral, símbolo del período de los años cincuenta, que dentro de la clasificación histórica que le hemos asignado a nuestra barbarie, llamamos “la primera violencia”, es también un clásico de la literatura colombiana, por su estilo , su estructura narrativa y su manejo del relato. Esta edición, magníficamente impresa, es un auténtico homenaje a un libro que no pasa de moda, que no envejece, porque, nuestra violencia, parece detenida en el tiempo, condenada a perpetuarse para siempre.

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