Esta es una historia de amores paralelos. Por un lado Mejía, el padre, que construye un almacén en medio de las fantasías del alcohol. Por otra parte el niño que pretende huir de la dureza de la vida a través de sus recuerdos del cine. Ambos quedan atrapados por la realidad que los condena. Saben que soñar es una manera de sobrevivir. Mejía sueña con la cantante de boleros que actúa en los puertos de un río lejano. Y el pequeño no puede olvidar a la trapecista del circo que un domingo lo miró fijamente a los ojos.

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