¿Qué demonios quieres?
¿Qué demonios quieres?
  •   17/03/2023
  •   Para Que Te Enteres
  •   Luis Daniel Santos Ruiz

Esa pregunta debiera ser tan sencilla de responder, que cualquier ser humano respondiera casi sin pensar.

Pero desafortunadamente no es así, y no depende tanto de la inteligencia, sino de la historia personal de cada individuo.

Mucho depende del ambiente que vivimos en la infancia, si entonces nuestra familia tenía los medios económicos suficientes para adquirir casi cualquier cosa de inmediato (hablando de cosas, objetos), sólo teníamos que expresar o indicar que nos gustaba y casi de inmediato lo tendríamos, entonces la decisión no era un reto, sólo era un capricho más por cumplir.

En el caso de un hogar con economía suficiente para cubrir nuestras necesidades primarias, pero NO en gustos o caprichos, el reto de decisión y expresión de lo que se deseaba tener, se incrementaba y si nos iba bien nos reducían las posibilidades como; ¿quieres la bicicleta o los patines? Pero sólo uno, y había que pensarlo bien antes de responder.

Pero en el caso extremo, donde la queja económica resonaba en la casa como la canción de moda, pues ahí, cuando nos gustaba algo, de antemano sabíamos que no estaba en la lista de compras, entonces; ¿para qué gastar saliva pidiéndolo? A lo más que llegábamos era a decir, “Ah, mamá fíjate que al vecino, los reyes les trajeron un carro bien padre” dejando veladamente ver que queríamos uno igual, entonces nos respondían, quítate esas babosadas de la cabeza, aquí no va haber esos lujos. Mira te traje esta camisa blanca, el pantalón azul y estos zapatos, haber si te quedan y si te quedan cuídalos mucho porque son para la escuela y la casa. Entonces, ¿donde quedaba el poder decidir, hasta lo que se quería usar o vestir? Era prácticamente nulo.

Eso pasa o pasaba con los objetos, las cosas, pero ¿que pasaba con los sentimientos? podríamos tener padres muy amorosos y quizá hasta frecuentemente nos decían que nos querían pero que tanto podíamos identificar y expresar estados de ánimo, como la tristeza (ay! no fastidies, olvídalo), la alegría (deja de gritar, y reírte cómo menso, pareces un loco), enojado (ay, bájale no es para tanto), y qué decir de los sentimientos extremos y de enfermedad como la ira o la depresión (inmanejables).

Viviendo en un mundo con un estándar de programa social, que mal que bien y a las posibilidades de cada caso, nos enrolan en la educación formal como el kínder, la pre primaria, la primaria y así sucesivamente, si bien nos va a concluir una carrera profesional a un nivel académico de licenciatura. Pero desde la prepa, ya somos nosotros los que debemos elegir algo que vaya a nuestro absoluto agrado. Pero esperen, nunca me dejaron ensayar eso de las decisiones, siempre alguien me ayudo en eso, entonces ¿como quieren que ahora decida? Y si la riego, dirán pero que tonto como elegiste eso tan sin futuro. Al final, la decisión en promedio la tomamos en base a una encuesta local hecha a familiares, amigos, maestros y al final un “ de Tin marin, de do pingüe, cucará macará títere fue”. Y cerrando los ojos, ahí nos lanzamos. Prueba innegable es que en la UNAM hay 1500 carreras a nivel licenciatura, y bastan los dedos de las manos (10) para las carreras por las que se concursa.

Regresándome un poco, desde la adolescencia, sentimos cosas extrañas en nuestro cuerpo y una fuerte atracción física por otros humanos que no son de la familia (hoy en diversidad total) y lo que impera en esta etapa para poder relacionarnos, es precisamente la atracción física. Aunque habrá afortunados que no tuvieron que elegir pues ellos fueron elegidos.

Se concluye la carrera, y la presión social hace bien su trabajo, y muchos quieren comerse el mundo a puños, con la cabeza llena de fantasías fuera del mundo real, otros se quieren esconder en la escuela y jamás salir de ahí (son los futuros científicos investigadores) y otros esperan donde papi les dirá el lugar y lo que harán.

Confusión del contexto Felicidad.
Cuando en las encuestas que se hacen en muchos países acerca del nivel de felicidad y le preguntan a la gente si ¿es Feliz?, la respuesta casi de inmediato es SÍ. Sorprendentemente en los países pobres el nivel de felicidad está por arriba con respecto a los países de primer mundo. Pero cuando se les hace una segunda pregunta y ¿porque eres feliz? responden; “bueno no tengo lo que desearía, pero creo tengo lo necesario, y además tengo el amor de mi familia y yo los amo también”, ¿Y que es lo que usted desearía para ser completamente feliz? Bueno, si usted me la pone así de fácil, quizá una casa más grande, un carrito, una ropita de mejor calidad y yo que sé” Al final, el concepto de felicidad se confunde con la procesión de cosas. Alguien más introspectivo dirá; “bueno, un poco de más salud, mejorar la relación con mi esposa, con mis hijos, con mis amigos y compañeros”. Otros “más espiritualidad, acercamiento a Dios, respetar las leyes divinas”.

Pero también están aquellos, los enojados con la vida, los que no tienen llenadera, los avaros, vacíos de capacidad de sorpresa, los alcohólicos y enfermos de la química corporal (apenas se está abriendo a la sociedad) y los caprichosos que no saben que quieren, en una palabra los insatisfechos.

No todos saben que nuestros cambios de estado de ánimo obedecen a la reacción de sustancias químicas internas de nuestro cuerpo frente a los estímulos externos. Está la gente “súper positiva” que le regalan estiércol y cree que el siguiente regalo será un caballo y otros que les regalan un automóvil nuevo y dicen, pero para qué sino sé manejar. Estos extremos sólo los puede atender un psiquiatra jamás un psicólogo, pues hay un problema en la química del individuo.

Pero hay otros, que no están en ese nivel de enfermedad, tienen económicamente más que el promedio, una familia envidiable, pero no son felices y quieren más y más, pero cuando se les confronta y en su cara se les grita: “¡¿Qué demonios quieres, para estar en paz con tu vida, con tu espíritu, con tu tiempo y dejes de poner esa cara de estreñido?!” muchos honestamente te dirán, no lo sé pero no estoy satisfecho ???????. Y eso si es una verdadera lastima.

¿Conoces a alguien así?, creo que también merece una visita al psiquiatra. Y tú ¿sabes ya lo que quieres para ser feliz?